A un año del primer caso registrado de COVID-19, la ciencia se ha vuelto el foco de atención, ya que, depende de ella encontrar una cura; o bien un tratamiento que disminuya los efectos negativos y las lamentables muertes que aumentan cada día. En este panorama desastroso para estos tiempos posmodernos, el proceso científico ha sido muy explícito y a veces confuso para todos. De esta forma, los métodos, medicamentos y recomendaciones han ido cambiando en el tiempo. La prueba y el error que usualmente se quedaba en las notas de los científicos que investigan y desarrollan los tratamientos ahora están expuestas a un público desesperado por encontrar algo que le regrese esa vida tranquila y normal que antes tenía.
Por lo tanto, ha habido muchas investigaciones con antiinflamatorios, antivirales, anticoagulantes, plasma sanguíneo o células madre. Varias pruebas se han presentado sobre la eficacia o fracaso de algunos de ellos. Aun así, algunos gobiernos alrededor del mundo han optado por no actualizarse y preferir el primer remedio que se le ponga enfrente a pesar de haber sido considerado como ineficaz. Por ejemplo, la hidroxicloroquina que al inicio se consideró como un tratamiento, hoy por hoy ya es considerado contraindicado. Sin embargo, algunos países latinoamericanos siguen aplicándolos.
Por lo tanto, se ha realizado una compilación de la evidencia de los estudios rigurosos que han investigado los diferentes tratamientos propuestos a lo largo de este año. Esta revisión bibliográfica fue realizada por la Fundación Epistemonikos y el equipo de Salud con Lupa mediante una compilación de datos del sitio www.app.iloveevidence.com. Por mi parte, cabe mencionar que esta información es obtenida dichos autores con fines de difusión ya que es información útil. La información presentada aquí podría cambiar en los próximos meses gracias a la evidencia encontrada. Estos autores han realizado una clasificación desde “altamente efectivo” hasta “la ciencia no lo avala”. Recomiendo que visiten el sitio para más información.
Altamente efectivos
Entre los medicamentos considerados altamente efectivos se encuentra la dexametasona, la hidrocortisona y la metilprednisolona los cuales son antiinflamatorios corticoides.
Estos medicamentos suprimen o reducen la respuesta del cuerpo a inflamarse por causa del virus. Con esta función, el objetivo es controlar las inflamaciones excesivas de varios órganos afectados. Su aplicación se recomienda en pacientes graves en unidades de cuidados críticos, particularmente los que necesitan respirador. El uso de estos medicamentos ha disminuido el riesgo de muerte en los casos graves. No obstante, no se recomienda su uso en pacientes menos graves. No porque sea contraproducentes, sino porque aún están en proceso de evaluación o bien, no se han visto beneficios significativos. Esto medicamentos no son preventivos. Afortunadamente estos medicamentos se usan en casi todo el mundo y la OMS los recomienda siempre y cuando la terapia esté bajo supervisión médica.
Prometedores
Hay al menos dos medicamentos considerados prometedores como tratamiento para el COVID-19. Ninguno de los dos ha sido aprobado por la OMS por falta de evidencia. Sin embargo, ambos han mostrado que podrían ser usados como medicamentos terapéuticos de pacientes graves. Aún falta evidencia de los estudios que están en proceso de publicación. Uno de ellos es el G-CSF el cual es un factor estimulador de colonias de granulocitos, es decir, estimula la producción de glóbulos blancos que defienden al cuerpo. Actualmente, este medicamento se usa en pacientes en estado grave con bajo nivel de linfocitos circulares. El otro medicamento es el telmisartán. Esta sustancia opera en el sistema que nos ayuda a regular la presión sanguínea y el balance de fluidos. Esto debido a que el coronavirus, usa ese sistema para ingresar a las células. De ahí su interés por estudiarlo.
Neutros
Los medicamentos considerados neutros son antiinflamatorios, antiácidos, analgésicos o suplementos nutricionales. Esta categoría es la que más medicamentos alberga. Cabe decir que estos medicamentos no curan la enfermedad, pero si pueden a aminorar los síntomas o controlar los efectos patológicos del virus en pacientes no graves. Todavía no hay la cantidad de estudios que esperaríamos o que quisiéramos que hubiera para concluir con certeza sus beneficios.
El ácido acetilsalicílico encabeza esta lista. Su acción antiinflamatoria y antiplaquetaria mitigan las complicaciones causadas por las hinchazones excesivas y evitan la formación de coágulos y trombos característicos de esta enfermedad. A pesar de que el ácido acetilsalicílico es usado con frecuencia en todo el mundo, fue hasta bien avanzada la pandemia que se consideró como una opción segura.
El ibuprofeno es otro antiinflamatorio que se planteó al inicio de la pandemia ya que controla síntomas como la fiebre y el dolor. No obstante, comenzó a existir confusión y polémica sobre si su uso complicaba a los pacientes o si los ayudaba. Con base en esto, se han realizado muchos estudios que han despejado estas dudas y han apuntado que el ibuprofeno no agrava la enfermedad. Aun así, falta evidencia contundente para afirmar si su uso tiene beneficios. Por ahora la OMS lo aprueba en pacientes con síntomas leves.
El paracetamol también se ha recomendado para tratamiento en pacientes con síntomas leves. Si bien no existen estudios que evalúen su efectividad, al ser un antiinflamatorio no esteroidal y antipirético se ha aceptado su uso moderado.
Diversos antivirales también han sido puestos a prueba, tales como el avifavir, arbidol y virazole. Todos estos medicamentos en las pruebas in vitro han mostrado ser eficientes con muchos virus, de ahí que sean propuestos para el tratamiento. Pero lo cierto es que a pesar de que algunos países los usan, la evidencia acumulada sigue siendo no concluyente y no es posible establecerlos como fármacos efectivos o no. Con base en esto la OMS es escéptica y no los aprueba.
Desde el inicio de la pandemia, la vitamina D apareció como una posible medida de prevención o incluso recuperación. Los resultados de los estudios han llamado al análisis profundo de sus efectos. Por un lado, los estudios iniciales mostraron resultados alentadores. Por ejemplo, hubo algunos que surgieron de que las personas con niveles bajos de vitamina D podrían tener mayor riesgo de contraer el virus. Así mismo, hubo dos ensayos en los cuales se observó que en pacientes hospitalizados se disminuyó el riesgo de agravar el cuadro clínico. Lamentablemente, en noviembre del 2020, se publicó un estudio que el uso de vitamina D no trae ningún beneficio. En otras palabras, ha dejado de ser un tratamiento prometedor.
Como tratamientos con resultados aun no concluyentes se tiene el de anticuerpos y células madre. El uso de anticuerpos sintéticos ha sido usado como una ayuda adicional a un paciente y ha creado mucha expectativa. Los anticuerpos casirivimab e imdevimab de la farmacéutica Regeneron son los más desarrollados. De esta forma la FDA de Estados Unidos aprueba su uso en casos de emergencia. No obstante, parece ser que la única información que hay es de la empresa misma y falta un análisis riguroso por parte de entidades neutrales. Por su parte, las células madre solo han sido probadas en pequeños ensayos que no han permitido afirmar si son efectivas. Aun así, en México y Brasil está aprobado su uso.
Pocos prometedores y abandonados
Estos medicamentos y tratamientos no han presentado beneficios en sus primeros ensayos y algunos han sido descartados y hasta contraindicados en el tratamiento del COVID-19. El antiviral remdesivir fue propuesto hasta para el tratamiento de ébola, hepatitis C, MERS y SARS pero no tuvo éxito. Al inicio de la pandemia fue aprobado por la FDA y por la Agencia Europea de Medicamentos. No obstante, parece ser que hubo un conflicto de interés con la farmacéutica que lo produce ya que estudios posteriores a su aprobación mostraron que este antiviral no tiene beneficios. La OMS recomienda no usarlo.
Los interferones alfa 2B y beta 1A han sido descartados de la lista segura. Los interferones fortalecen al sistema inmunológico, de ahí que hayan sido propuestos. Hasta ahora no se cuenta con ningún ensayo que evalúe si estos fármacos son benéficos. Los inhibidores de citoquinas también están por ser descartados ya que no hay información publicada sobre ensayos de estos medicamentos. De hecho, se ha visto que pueden tener efectos adversos. El plasma convaleciente se propuso al inicio de la pandemia y mostró gran interés en todo el mundo. Los anticuerpos de personas curadas podrían ayudar a personas graves. Lamentablemente, prácticamente todos los ensayos han tenido resultados desalentadores. Aun así, la FDA ha aprobado dicha terapia. Básicamente, la OMS solo lo aprueba en condiciones experimentales y en los marcos legales de cada país.
La azitromicina, la cual es un antibiótico muy usado en el mundo, ha sido definitivamente descartada como tratamiento para el COVID-19. Al inicio de la pandemia se mencionó que podría ser una cura. Sin embargo, al ser un antibiótico, poco tiene que hacer frente a un virus como el SARS-CoV-2. También los ensayos de la hidroxicloroquina y la cloroquina han sido abandonados. Como muchos otros medicamentos aquí mencionados, al inicio parecía que podría ser la solución a este virus. No obstante, muchos de los supuestos estudios nunca publicaron sus datos que sustentaran sus beneficios. Su popularidad se debió a que tuvo mucho apoyo de los grandes demagogos de América. Pero actualmente se sabe que no son medicamentos efectivos. Más de 15 mil pacientes y sus casos clínicos avalan esta conclusión. A pesar de esto, en diferentes países aún se usa como tratamiento. Por último, esta el dióxido de cloro. El uso de este compuesto ha sido considerado pseudociencia y aquí en Querer Saber Más ya hemos hecho un análisis de esta terapia. La gente, e incluso algunos profesionales y gobiernos han optado por usarlo a pesar de la controversia que ha suscitado su aplicación. Lo cierto es que no hay ningún estudio formal, riguroso de ensayos clínicos o investigaciones serias sin conflicto de interés que demuestren si es benéfico o no. Es posible que el dióxido de cloro nunca sea evaluado formalmente ya que existen bases de datos que advierten su toxicidad. Oficial y científicamente no se recomienda su uso y su ingesta es responsabilidad del consumidor.
Espero que esta revisión de algunos de los principales medicamentos les ayude a tener un panorama más amplio de las investigaciones que se realizan actualmente y para donde van las terapias y los medicamentos sugeridos. Hoy en día no hay una cura específica y el personal de la salud a veces a tenido que improvisar. De ahí que muchos ensayos o estudios tengan huecos argumentales al ser publicados. La misma situación precaria que estamos viviendo causa que muchos datos se pierdan o sean todavía confusos. Aun así, esperemos que las próximas vacunas por salir sean la solución a estos tiempos que nos han tocado vivir. Cuídense mucho y cuiden a sus familiares.
Como siempre, gracias por leerme.
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