Prof. Cerebrón
¿Qué pasa cuando nos rompen el corazón?
El amor es necesario para el ser humano. Busca obtenerlo en personas, animales o incluso cosas. Desea ser aceptado y que lo acepten recíprocamente. Pero no siempre las cosas son miel sobre hojuelas y como muchas de las relaciones humanas, a veces el amor o la amistad terminan. Así es la vida, gente viene y gente va, a veces no como uno quisiera pero nuestras vidas caóticas, impredecibles y entrópicas hacen que -como diría Vicentico- los caminos de la vida no son como uno se los imagina. Hace un año explicamos que era el amor,como se desarrolla en nuestro cerebro drogado por dopamina, oxitocina, serotonina y otros neurotransmisores. Bien ahora explicaremos que ocurre cuando se nos rompe el corazón. Un corazón roto es una metáfora abstracta de cuando uno está dolido por mal de amores. Realmente las cosas ocurren en nuestro cerebro aunque también puede haber consecuencias en el corazón como se explicará un poco más adelante.

Cuando sentimos dolor físico como un golpe o una raspadura se estimula el cortex cingular anterior cortex singular anterior que también se estimula al sentir dolor emocional. Lo que ha llevado a pensar que tanto el dolor físico como el emocional no son tan diferentes. Pero estudios han mostrado que las personas prefieren ser heridas físicamente a sentir dolor emocional, particularmente ser excluidos o rechazados. También al recordar lo que se siente perder a alguien se estimula más el cerebro que al tratar de recordar el dolor físico. Pero debido a que por la cualia, no se puede describir el dolor emocional explícitamente, se usan metáforas como corazón roto, cicatrices de amor y otras denominaciones dignas de un dramaturgo dolido.
El dolor físico nos indica que nuestro cuerpo está siendo atacado o está en peligro, pero el dolor emocional no representa un riesgo físico per se y aun así nos duele más. Esto es debido a que evolucionamos como una especie social, es decir no solo nuestra fuerza física o las habilidades de nuestros congéneres nos ayudaron a sobrevivir sino también los lazos de amistad y amor. Sin ellos, no se hubieran hecho alianzas, ni se hubiera asegurado la supervivencia y trascendencia de los genes. El cuidado mutuo ha hecho que nuestros lazos mutuos sean importantes en la vida y en la preservación de la especie. Es decir, así como uno espera no darse un golpe en la boca o quemarse o rasparse de nuevo, tampoco esperamos quedarnos solos.
Ahora bien, ya que el amor se debe a la segregación de dopamina en centros del cerebro en donde se interpretan como recompensa y al carecer de esa fuente mediante una ruptura amorosa, busca desesperadamente sentirse bien. Por eso comenzamos a oír canciones, ver fotografías de esa persona o escuchar algo acerca de ella, con la esperanza de que se libere dopamina en dichos centros y así sentirse bien, pero realmente no ocurre. Así, en nuestro cerebro aumenta la concentración de cortisol y adrenalina mientras disminuye la de norepinefrina, y se activan los mismos centros que se activan para el dolor físico. Esto da como resultado disminución de pensamiento crítico, aumenta la somnolencia, y se comienza a sentir ansiedad, enojo e incomodidad. Básicamente es como dejar de ser adicto a la nicotina o a la cocaína y buscar un poco exasperadamente en la desintoxicación. Tenemos que recordar que la dopamina es una droga a la cual nos volvemos adictos fácilmente. Pero no pasa nada, eventualmente nuestro cerebro encontrará algo que sustituya esa segregación de hermosa dopamina y nos haga sentir bien, una calibración ante la nueva circunstancia.
A veces las hormonas que segregamos por el estrés pueden hacer sentir los mismos síntomas que un ataque al corazón ya que el ritmo cardiaco aumenta y disminuye. Sin embargo, en casos más extremos el estrés ocasionado por una ruptura o pérdida social puede ser tan grande que afecte al corazón físicamente. Algunos estudios muestran que tener una ruptura amorosa puede llegar a ser tan fuerte como si hubiera muerto un ser querido. Por eso es posible desarrollar el Síndrome “del corazón roto” en el cual una persona que no mostraba ningún trastorno cardiaco lo presenta repentinamente a causa del estrés y la depresión que deja tras de sí una relación. Esto puede ocurrirle a cualquier persona a cualquier edad. A veces este síndrome puede ser tan severo que se puede llegar a un ataque al corazón y morir. En personas jóvenes generalmente no ocurre nada, ya que su corazón se encuentra más saludable y se mantiene ejercitado. En cambio podría ser más intenso en personas que acaban de enviudar y que simplemente pierden la esperanza de vivir.
Para poder curar un corazón roto, se recomienda juntarse de personas que den afecto y apoyo para evitar la desolación y sentirse aceptado dentro de un círculo social. Así mismo, hacer ejercicio, disfrutar de otras cosas de la vida hará que el cerebro obtenga los neurotransmisores de fuentes distintas a esa persona. La madurez de las personas ayudará también a darle importancia a las cosas que valen la pena y a desechar las cosas que simplemente son estorbosas.
Finalmente, las rupturas literalmente nos pueden hacen más fuertes, ya que al igual que practicar un deporte de contacto, recibir golpes o comer chile el umbral del dolor se hace más grande y por lo tanto lo podríamos soportar mejor. Cuando se pasa por momentos así de difíciles, uno debe de tratar de pensar correctamente y no dejar que las hormonas nos manejen. Buscar alternativas para sentirse bien sin dañar el cuerpo es algo necesario o en casos extremos acercarse a grupos de apoyo. Romper un corazón al parecer no es tan metafórico como muchos poetas y escritores lo han descrito. Si están pasando por un momento así pueden echarle la culpa al cortisol y al cortex cerebral, pero tranquilos que no es el fin del mundo, hay que ser fuerte ante la adversidad.
Como siempre, gracias por leerme.