La libertad es un concepto que ha dado lugar a muchas discusiones filosóficas ya que tiene muchas interpretaciones; desde cómo se define, hasta cómo se aplica. Así, es considerada como una característica fundamental del humano porque podemos decidir libremente qué acciones (o pensamientos) tomar en ciertos momentos y para ciertas situaciones. Particularmente, la libertad de expresión es externar aquello que sentimos y pensamos ya que lo que consideramos como propio de nuestro ser. El ser humano tiene esa necesidad de transmitir su forma particular de ver el mundo para entenderse y lograr una comunidad. De ahí que sea usada como un instrumento democrático moderno y haya sido incluida en la declaración de los derechos humanos como una cualidad esencial. Por lo tanto, es considerada como una conquista social para poder criticar a las figuras de poder sin temor a represalias y a expresar cómo somos y nos sentimos.
Hoy en día, es aplicada profundamente en el internet ya que las redes sociales son las ágoras actuales en las cuales nos expresamos. Las redes sociales son formas de organización humana que están determinadas por los cambios constantes del mundo y la sociedad, condicionan o influyen en nuestros pensamientos y nuestras acciones. Así, ahora funcionamos fusionando lo que percibimos en el mundo material y el virtual. Por lo tanto, las distintas interpretaciones de la realidad tienen un impacto directo en nosotros que, de acuerdo con nuestros sesgos de confirmación o disonancia cognitiva, haremos uso de alguna plataforma y la opinión pública para exponer nuestros juicios. Con base en esto, la libertad de expresión se ha alzado como un estandarte del mundo posmoderno.
Sin embargo, la libertad de expresión tiene clausuras porque está estrechamente relacionada con la ética. Se debe de estar consciente que puede haber alguien que te lleve la contraria. De ahí que todos nos hemos involucrado en una discusión acalorada, pero también se ha llegado a ejercicios dialécticos que concluyen en síntesis productivas que evocan a la tolerancia. Por lo tanto, la libertad de expresión junto con el respeto, son parte del motor democrático de la sociedad.
Gracias a esta cualidad y los medios de comunicación masiva, las ideas humanas han evolucionado a pasos agigantados. Con su uso se pueden promover movimientos sociales, manifestaciones, ideas, posibles legislaciones, tendencias u opiniones. Por ejemplo, el intercambio de información ha ayudado a la eventual aceptación de la comunidad LGBTTIQ, gracias al intercambio constante de ideas. La libertad de expresión da estructura a las revoluciones intelectuales, porque en principio, debe dar como resultado organización y aceptación de los miembros de las sociedades globalizadas actuales.
No obstante, así como podemos expresarnos libremente para beneficio de la sociedad, también es posible que un mensaje de odio peligroso hacia un grupo étnico, religioso o clase social se pueda filtrar. Por si fuera poco, los medios en los que difundimos nuestras ideas podrían servir para transmitir información manipulada por alguna figura de poder para generar tendencias aprovechando los algoritmos. Las mentiras e información falsa podrían germinar en las personas. Esta situación lleva a pensar que alguien con suficiente poder podría controlar la información difundida con la falsa bandera de la libertad de expresión. Por lo tanto, exponer todo tipo de ideas en internet quizá nos lleve a las acotaciones que la libertad podría tener, ya que, si la libertad de expresión propone el libre tránsito de ideas, sin ética, el concepto puede ser no del todo claro.
Entonces ¿absolutamente todas las ideas deben de expresarse? ¿La libertad de expresión permite decir cualquier cosa? ¿Cuáles ideas son morales, éticas o benéficas o perjudiciales para la sociedad? ¿Ideas peligrosas para la sociedad podrían filtrarse amparadas con la libertad de expresión? ¿Necesitamos de alguien para que determine como bueno o malo algo que se dice? ¿Quién sería el indicado? ¿Existen casos en los cuales haya límites para la libertad de expresión? Responder estas preguntas no es fácil; quizá no se llegue a respuestas satisfactorias. Sin embargo, somos una comunidad, y necesitamos algo un poco más sólido que le dé sentido a la idea colectiva de libertad.
Libertad de expresión en internet
En internet se han propuesto diferentes soluciones para garantizar la libertad de expresión sin comprometer la seguridad de un grupo de personas. La censura se ha presentado como una medida rápida y sencilla pero no es necesariamente la mejor. John Stuart Mill apoyaba a la libre expresión de ideas con el fin de discutirlas sin importar que tan inmorales fueran; excepto si dicha expresión causara daño físico o patrimonial a alguien. Pero ¿las palabras solo son palabras o pueden ser aquella mecha que inicie acciones de odio? En este sentido, de acuerdo con la paradoja de la tolerancia formulada por Karl Popper, la censura podría estar justificada en ciertas situaciones. En ella, Popper menciona que tolerar todo podría eliminar a la tolerancia. Al haber tanta tolerancia no se podría defender y la intolerancia podría acabar con los tolerantes. Por eso, es derecho de la tolerancia no ser tolerante ante la intolerancia. La intolerancia debe estar al margen de la ley. Difundir ideas intolerantes es un abuso de la libertad de expresión para dar mensajes de odio y eso es potencialmente peligroso. Imaginemos que un mensaje como el que lanzó Hitler hubiera sido censurado; probablemente la segunda guerra mundial hubiera sido muy diferente.
No obstante, existen fuertes desventajas. La censura puede ser aprovechada por una figura de poder -empresas o gobiernos- para seleccionar qué se debe de decir, o no, bajo ideales morales subjetivos. Entonces, la libertad de expresión podría caer en manos caprichosas que silenciarían lo que quisieran. Por lo tanto, no solo es qué se expresa, sino quién lo controla.
¿Quién vigila al vigilante?
Por un lado, se ha propuesto que sean los gobiernos los que pongan las reglas de cómo deberían funcionar las redes sociales y lo que se expresa en ellas. Pero ese poder en manos del gobierno podría no ser lo conveniente ya que estaría sujeto a factores tales como discusiones políticas, el grado entendimiento que se tenga del tema, la prisa para redactar alguna ley por causa de la agenda, los prejuicios personales, las ideologías de los legisladores, la falta de democracia, corrupción, etc. La libertad de expresión podría ser secuestrada por la posverdad, doctrinas y la propaganda gubernamental del partido en turno en una situación orwelliana. ¿Cómo serían capaces de garantizar la libertad de expresión de todos, si ellos tienen la sartén por el mango y no les gusta lo que dicen de ellos? ¿Serán lo suficientemente autocríticos para doblar las manos? ¿Solo usarían a la libertad de expresión para dar atole con el dedo y aun así hacer lo que quieran?
Por otro lado, si las empresas privadas toman todas las decisiones de la libertad de expresión en internet, podemos encontrar otros detalles. Primeramente, recordemos que una red social es una empresa privada que pone un espacio digital para compartir muchas cosas. Cuando el usuario acepta los términos y condiciones permite que el dueño de la red social sea el que ponga las normas de lo que puede decir en su plataforma. Esto es relativamente justo ya que consentimos que estamos en el espacio puesto por alguien más. De esta forma, en internet existen millones de espacios de expresión, tales como foros, periódicos o redes sociales, con distintos términos y condiciones. La diversidad de ellos puede ayudar a la libertad de expresión. Así, tenemos la libertad de movernos de una plataforma a otra para expresar lo que sentimos.
Sin embargo, a pesar de que el internet es un espacio virtualmente ilimitado, actualmente la mayoría de nosotros nos manejamos en un oligopolio de redes sociales. Tener presencia en todos los foros o redes puede llegar a ser tedioso e improductivo. Lo que deja a la libertad de expresión a consideración de solo un puñado de empresarios. En efecto, podemos movernos a otra red social, pero de poco sirve cuando hay pocas disponibles y la mayoría son del mismo dueño o no tienen usuarios.
Dado que las redes sociales son empresas privadas, tienen la libertad para entregar sus servicios -promoción y difusión- al mejor postor. Por eso, el hecho de que sean privadas no evita que se hagan tratos con gobiernos u otras empresas para tener una postura o bombardearnos con lo que ellos quieren que se diga. Sabemos que hay mucho interés en los datos que manejan estos medios de comunicación masivos. Y hemos visto que las redes sociales pueden servir para fraudes o información falsa siempre y cuando haya suficientes “bots” y/o dinero de por medio. Efectivamente, las redes tratan de evitar a los bots masivos, pero aún siguen siendo deficientes en esa labor. ¿Cómo sería la forma conveniente de que las empresas garanticen y respeten la libertad de expresión sobre sus intereses?
Algoritmos de las redes
A pesar de esto, las redes sociales han llegado a funcionar eficientemente para expresar la mayoría de las ideas de la gente. Nunca se había tenido tanta libertad de expresión como la hay actualmente en el ciberespacio. De ahí que otra solución propuesta sea advertir al usuario del material que ve y comparte, así como mejorar los algoritmos a juzgar mejor las publicaciones y evitar los problemas de la libertad de expresión. Sin embargo, ¿cómo sabremos qué debe llevar o no la advertencia? El monitoreo de las publicaciones debe de ser minucioso.
Los códigos de ética y moral de las plataformas se han definido principalmente para eliminar los discursos de odio tales como racismo u homofobia, entre otros. Estos códigos se aplican mediante algoritmos automáticos que buscan patrones de palabras clave en publicaciones, imágenes y videos. Sin embargo, el criterio de los algoritmos suele ser tan riguroso que a veces llega a un grado contraproducente. Por ejemplo, YouTube limita la difusión y desmonetiza los videos que suelen incluir material inapropiado por precaución a que se filtre algo que de verdad lo sea. Pero el algoritmo frecuentemente no distingue entre pornografía y un video de educación sexual o entre un documental de la segunda guerra mundial y propaganda neonazi. Y no es el único detalle, varios youtubers de educación o de análisis se han quejado de las limitantes que pone esta plataforma en la libertad de expresión ante temas controversiales. Han denunciado que ha ido decayendo la libertad porque su criterio no es justo ante ciertas palabras o imágenes y porque los algoritmos de difusión les dan prioridad a videos de entretenimiento que de educación. Quizá se necesite crear una plataforma únicamente para educación que no tenga estos problemas.
Así mismo, durante la pandemia por COVID-19, Facebook y Twitter han programado a sus algoritmos para evitar noticias falsas que pueden ser perjudiciales a la salud de las personas. Los algoritmos pueden eliminar automáticamente el contenido o incluir advertencias sobre la cuestionable veracidad de la noticia o si atenta contra la sensibilidad de las personas. Instagram también advierte si el contenido puede ser delicado y pregunta si estamos seguros de que lo queremos compartir. Incluye advertencias en la sección de comentarios si detecta que una palabra podría ser un insulto. ¿Están siendo muy estrictos? No obstante, a veces los algoritmos no suelen ser muy eficientes. Los filtros se pueden burlar fácilmente usando otras palabras o censurando parcialmente una imagen. Por lo tanto, al ser la censura total una solución simple a un problema complejo entonces no es la solución ideal. Quizá podría aplicarse en casos extremos muy identificables.
Definitivamente se necesita mejorar la programación y criterio de los algoritmos para lograr un equilibrio adecuado. Si bien aún se tienen muchos bemoles, los códigos de ética y moral de las redes sociales siguen evolucionando de acuerdo con las exigencias de los usuarios; y parecen ser más flexibles que los gobiernos al hacer esto. Recordemos que tanto las empresas como los gobiernos dependen de la gente para ejercer su poder. Las ganancias o votos están en las manos de la libre expresión de los usuarios. Adicionalmente, ellos no son los dueños absolutos de la verdad, y difícilmente podrán evitar que la gente tenga libertad para expresarse. Por eso, el usuario tiene una gran responsabilidad en su pensamiento crítico para lograr una libertad de expresión correcta.
La responsabilidad del usuario
Debido a que la libertad es considerada un derecho fundamental del humano, nuestras acciones son producto de ella y nuestras decisiones son nuestra responsabilidad. Eso no quiere decir que socialmente podemos hacer lo que nos venga en gana, sino que, tenemos que ser responsables de ello. Como dijo Jean Paul Sartre: “El hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo y, sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace”.
Entonces, si consideramos nuestro individualismo, es innegable que todos intentamos expandir nuestra verdad y cosmovisión al máximo. Nuestros deseos, pensamientos y voluntades nos son propios y son parte de nuestra identidad personal que queremos mostrar al mundo. Todos actuamos para satisfacer nuestra libertad de expresión y desplegarla. Consecuentemente, la información que compartimos en internet es extremadamente diversa. Al haber más usuarios conectados con distintas perspectivas, gustos, ideologías o formas de expresión es muy complicado hacer un espacio armónico que le dé gusto a todos. Es una guerra de todos contra todos. Necesariamente habrá conflicto. Por lo tanto, para evitar un conflicto mayor y resolverlo por la vía civilizada y racional, forzosamente se necesita de un pacto o norma, es decir, necesitamos de artificios para poder convivir y sostener nuestra individualidad. Ya que al aceptar que, si mi libertad es ilimitada, también la será la del vecino. “Mi libertad llega hasta dónde comienza la tuya”.
Ahora bien, Aristóteles definió al humano como un “animal político”, porque siempre está en una relación social. Por lo tanto, incluso en la comunidad virtual necesitamos unos de otros constantemente; invertimos en ella para “sobrevivir”. Por lo que, al estar siempre interactuando con otras personas, debemos moderar las interacciones para justamente tener orden en nuestras sociedades. En este sentido, Platón vio a la libertad estrechamente relacionada con la racionalidad, ya que, el humano al ser racional domina sus deseos irracionales y sabe que es lo mejor para uno y para los demás. Utópicamente, los mensajes de odio no tendrían sentido ni cabida a pesar de que podrían existir. La racionalidad humana debería ser más fuerte y poseer el suficiente criterio para lograr identificar dichos mensajes que comprometer la seguridad de la comunidad.
Por otro lado, recordemos que nuestra libertad de expresión podría estar sesgada por la información que nos llega o que queremos que nos llegue. Los algoritmos del ciberespacio se retroalimentan constantemente de acuerdo con nuestras búsquedas. De ahí que nos arrojen principalmente las tendencias de las cosas que nos gustan o preferimos. Por lo tanto, estamos más expuestos a nuestros sesgos de confirmación que de disonancia cognitiva. Por eso, incluso con mucha información a la mano, no buscamos el análisis objetivo, y a calidad de nuestro juicio podría disminuir. Entonces, el usuario al considerarse como un ser racional y tratar de serlo, debería de aceptar que no está solo, vive en un mundo extremadamente comunicado y todas las personas tienen el mismo derecho de expresarse. Recordando aquella máxima de Evelyn Beatrice Hall que resume parte del pensamiento de Voltaire: “Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo".
Por lo tanto, a pesar de que las ideas chocan y las libertades individuales colapsan entre sí, el respeto y la tolerancia deben de ser las herramientas en una dialéctica democrática que nos lleve a una libertad de expresión equilibrada. Esto es un gran reto que lograr ya que muchas veces usamos al internet como un chivo expiatorio para nuestras catarsis.
Pero en lugar de verlo como una limitante inalterable debemos de verlo como una oportunidad para hacer trabajar la mente. Resolver los dilemas y paradojas éticas de la libertad de expresión, no es trivial, requiere de esfuerzo mental para lograr reflexiones. Por un lado, podemos comenzar esforzándonos para hacer que la libertad de expresión que tenemos sea lo más racional posible teniendo pensamiento crítico y ético. Educarnos a estar abiertos al análisis y la discusión e identificar la información real y benéfica. Así, podremos entender y respetar el punto de vista del otro, aunque no nos guste. No podemos silenciar las ideas que no nos gustan, sino que debemos enfrentarlas mediante la razón, no la censura. Citando a Noam Chomsky “Si no creemos en la libertad de expresión para la gente que despreciamos, no creemos en ella para nada”.
Podemos proponernos ser capaces de identificar ese límite difuso ético entre decir que algo no nos gusta y/o poder criticar a una o varias personas sin llegar a dar un mensaje de odio que ponga en peligro su dignidad y seguridad. Debemos de ser muy cuidadosos en esa tarea, las palabras a veces no solo se quedan en palabras. Nunca se evitará que tengamos discusiones acaloradas, pero reflexionar evitará conflictos más grandes. Las diferencias y la diversidad son parte del conocimiento humano. Podemos darnos el placer de explorar el punto de vista ajeno ante mejores argumentos o evidencia, mediante una deconstrucción y entender mejor la realidad.
Esto no quiere decir que solo el usuario tiene la responsabilidad del uso de la libertad de expresión, sino también las empresas y gobiernos. Al aceptar que debe haber reglas y alguien tiene que administrarlas, estas deben de ser justas. Las entidades de poder, como los mediadores que son, deben ser aún más racionales para evaluar y mejorar sus sistemas que están al servicio de la gente. Afortunadamente, siempre tendremos el mundo material para manifestarnos en las calles para exigir y defender la justicia, libertad, igualdad, oportunidades y expresar lo que sentimos y lo que somos. Finalmente, tanto los usuarios como las entidades de poder, debemos de trabajar en una especie de maquinaria que logre cierto equilibrio para no abusar de la libertad de expresión sino optimizarla. Que ellos no se hagan de oídos sordos, y que nosotros no seamos intolerantes. Si posiblemente el internet es el medio de comunicación más libre y democrático que tenemos hasta ahora, entonces debemos de cuidar ese pedazo de libertad que hemos alcanzado con él.
Cómo siempre, gracias por leerme.
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