top of page
Writer's pictureProf. Cerebrón

La naturaleza destructiva del humano

Siendo la especie dominante en este planeta, somos realmente una especie muy compleja. Los comportamientos y actividades humanas son un rompecabezas psicológico que es interesante conocer. Comparados con otros animales los humanos tenemos comportamientos hostiles que son totalmente destructivos para todo lo que encuentre a su paso, incluidos nosotros mismos. Los psicólogos lo llaman la tríada oscura: una intersección de tres de las tendencias más malévolas de la naturaleza humana: la psicopatía, el narcisismo y el maquiavelismo. No obstante, también hay egoísmo, sadismo y rencor. Así, detrás de esta galería de pecados de todas nuestras peores inclinaciones, se encuentra un núcleo central y común de la oscuridad humana. Mentimos, engañamos, chismeamos, torturamos y matamos a otros seres. Muchas religiones, culturas y reglas morales y éticas no escritas han condenado estas actividades. Pero seguimos haciéndolas a pesar que durante cientos de años las hemos tratado de erradicar. La ciencia ha tratado de entender como siendo una especie tan inteligente a veces parece ser tan desagradable, auto destructiva y peligrosa. ¿Realmente es la naturaleza del ser humano? ¿Cuál es la fuerza detrás de nuestros impulsos más oscuros?


Foto de Andrea Piacquadio en Pexels

Mentir


Realmente nadie sabe con precisión por qué los humanos mentimos tanto, es una práctica muy común y los estudios han visto que su frecuencia se debe a cuestiones psicológicas. Se ha encontrado que tan pronto como la gente siente que su autoestima está en riesgo, inmediatamente comienza a mentir a mayores niveles. Algunos estudios han concluido que las personas que mienten con frecuencia, el 60% de lo que dicen en una conversación de 10 minutos es mentira. Decir mentiras no es cosa fácil e incluso lleva más tiempo decir una mentira que la verdad. Así mismo, el lenguaje corporal, facial y tono de voz cambian de tal forma que es posible llegar a identificar a alguien al decir una mentira. Sin embargo, las personas que más mentiras dicen tienen al cerebro trabajando más, precisamente para crear todo el argumento o situación. Tiene que haber ciertas condiciones para ir aumentando el nivel de la mentira. Primero, una persona debe de hacer una afirmación y debe creer que dicha afirmación es falsa. Después, la persona que hace la afirmación tiene la intención de que el público crea que la afirmación es cierta. Esto es solo la punta del iceberg ya que mentir es mucho más complejo y siempre ha llamado la atención de neurólogos, psiquiatras y psicólogos.


Ansiar violencia


La violencia siempre ha estado presente en la humanidad y lamentablemente ha definido a la historia y a la actualidad. Por lo tanto, varios investigadores simplemente han concluido que la deseamos y la ansiamos ya que está en nuestros genes y afecta los centros de recompensa de nuestro cerebro. Sin embargo, evidencia de hace millones de años, sugiere que los antepasados de los humanos eran más pacíficos que el humano actual, a pesar que también hay muestras de canibalismo.


Se cree que el humano ansia la violencia así como lo hace con el sexo, la comida o las drogas. Es claro que la violencia no es totalmente humana, muchos otros animales pelean pero es por la necesidad de encontrar pareja, defender el territorio o la comida. Así, se ha encontrado que el camino en el cerebro a la recompensa, se convierte en respuesta a un evento agresivo donde la dopamina está presente. Sin embargo, sigue siendo un misterio la razón por la cual los humanos queremos hacer daño a otros seres humanos o a otras especies. Varios investigadores creen que la violencia en humanos está involucrada en la razón por la cual hemos sobrevivido. No tenemos garras, ni colmillos así que no se ha descartado la razón que ser agresivos es la forma en la que el humano ha marcado la diferencia en la selección natural. El comportamiento agresivo en ciertas especies incrementa la supervivencia individual o la reproducción, depende de un ambiente social y reproductivo o bien de circunstancias históricas específicas de la especie. Ciertamente, los humanos tenemos el primer lugar de la especie más violenta del planeta. Enseñamos a nuestros hijos a ser violentos desde pequeños y se premia por ser violento.


Robar


Muchos ladrones comienzan por la necesidad. Pero los cleptómanos, lo encuentran emocionante y ser motivo de felicidad. Un estudio encontró que aproximadamente el 11% de las personas admiten haber robado en tiendas al menos una vez, pero durante la vida todos los seres humanos han robado aunque sea algo minúsculo. Dentro del comportamiento humano se considera normal hacer esta práctica bajo ciertos límites, pero es un problema cuando las personas roban a pesar de que pudieron no hacerlo. En el 2009, la naltrexona demostró que puede evitar que la gente robe. Esta sustancia, bloquea sustancias que se liberan en el cerebro que desencadenan la sensación de placer cuando se roba. Así que esta droga disminuye los impulsos de robar. El robo puede estar en nuestros genes, también los monos y otros animales lo hacen. Por ejemplo, los monos capuchinos utilizan una especie de grito que es una alarma cuando un depredador está cerca, así todos se dispersan y huyen. Pero hay unos monos que hacen alertas falsas para dispersar a los demás y así robar su comida. Diferentes casos de robo, tanto rápidos como planeaciones cuidadosamente detalladas han sido motivo de admiración y de interés para científicos que tratan de entender cómo funciona y maquila las ideas el cerebro.


Engañar


Este es uno de los rasgos humanos más fascinantes. Aunque la mayoría de las personas podría decir que la honestidad es lo mejor que existe, casi 1 de cada 5 piensa evitar impuestos es moralmente aceptable. Así mismo, el 10% de las personas cree lo mismo para una infidelidad amorosa. Un estudio reveló que usualmente, las personas que defienden los altos estándares morales suelen ser las más tramposas. Los peores bribones tienden a ser aquellos con alta moral que también, de manera torcida, consideran que engañar es un comportamiento éticamente justificable bajo ciertas condiciones o situaciones. En relaciones amorosas, inventar excusas tales como “fue una aventura”, “no me sentía cómodo con la falta/exceso de amor”, “total ya estábamos mal” es una forma de enmascarar la culpa y de no afrontar la responsabilidad de la falta ética y moral. Es interesante observar la manera en que estas personas llegan a deslindarse culpando a la otra persona por su infidelidad. La carencia de capacidad para afrontar sus propios actos es el objeto de estudio de diferentes áreas de la psicología. Las celebridades o políticos que se consideran líderes morales y que han engañado a su pareja amorosa, ha aumentado mucho. Este comportamiento tiene una explicación sencilla: Los hombres están programados para tener sexo y son mucho más propensos que las mujeres a engañar. Los hombres ven oportunidades y las mujeres consecuencias. Además el poder político o monetario incrementa las aventuras amorosas. No obstante, se ha concluido que no está claro hasta qué punto los valores éticos de las personas en realidad están haciendo lo que hacen o dejan de hacer.


Abusar / Torturar


El abuso o bullying, ha aumentado en los grados académicos. Si bien este comportamiento ha existido durante mucho tiempo, se ha visto que su aumento en los últimos 18 años ha sido exponencial y cada vez más severo. Es claro que el comportamiento “bullear” podría comenzar en la casa, muchos niños se comportan de manera similar en la casa molestando a sus hermanos. Existe un límite en las bromas y el bullying que literalmente dejan de ser de niños ya que lo llevan a cabo los adultos. Casi el 30% de trabajadores sufren de bullying por sus jefes o por sus compañeros, desde insultar, humillar o no valorar el trabajo hecho. Y una vez que comienza sigue creciendo. Esta es una de las razones por las cuales es complicado evitarlo, porque siempre comienza de formas pequeñas. Se cree que este comportamiento se debe al ansiar poder. Los investigadores han visto que los monos también suelen hacer esto lo que ha ayudado a entender mejor porque los humanos lo realizamos y lo exageramos.


Hay personas que consideran a la conducta del bullying como una tortura. Esto pasa el límite de demostrar un territorio o cierta jerarquía. Se han estudiado personas que disfrutan torturar a otros a tal grado que los demás placeres que pudieran sentir se ven opacados. Hacer sentir mal a una persona puede ir desde el chantaje, el bullying, violencia verbal y física y sadismo. Estas ansias de dominar a las personas puede deberse a baja autoestima y/o a déficit de segregación de dopamina o serotonina. Así mismo, insultar y mantener a una persona humillada se ha relacionado con la fragilidad y envidia que suelen tener las personas. No obstante, ver sufrir a una persona que no nos agrada o hacer que nos tenga miedo, bajo ciertas circunstancias y límites, puede llegar a ser bastante placentero aunque suene cruel o lo queramos negar.


Chismear

Aunque lo neguemos, los humanos hemos evolucionado para juzgar y hablar de los demás. En los estudios del primatólogo Robin Dunbar de Oxford, se ha visto que los babuinos se acicalan unos a otros para mantener lazos sociales fuertes, pero nosotros los humanos somos más desarrollados por lo que usamos el chisme y la plática para mejorar esa unión social. Otra conclusión que se ha hecho es que chismear es algo que se aprende. El chisme ayuda a establecer los límites del grupo, crea lazos más fuertes entre unos miembros y a diferenciarlos. En muchos casos, el objetivo de los chismes es forjar amistades a expensas de un tercero. Lo impresionante aquí es la cantidad de hormonas segregadas al hacerlo. Hablar de otros puede llegar a segregar tanta dopamina y adrenalina como cuando se está haciendo deporte.


¿Qué lo provoca?

El psicólogo inglés Charles Spearman hace más de un siglo, observó que las personas que tenían un buen rendimiento en un tipo de prueba cognitiva eran más propensas a puntuar bien en otros tipos de pruebas de inteligencia. Es decir, un “factor de inteligencia general” podría ser medido. Sin embargo, acontece que eso no es todo lo que se puede detectar. Se ha visto que los aspectos oscuros de la personalidad humana también tienen un común denominador. Por lo tanto, de manera similar a la inteligencia, se puede decir que todos son una expresión de la misma tendencia disposicional.


En un estudio realizado por el equipo de Ingo Zettler de la Universidad de Kobenhavns en Dinamarca, sugiere que, si bien los rasgos oscuros son todos distintos, todos se superponen en cierta medida, debido al “factor de oscuridad del núcleo central” (D). Así, este se revela de diferentes maneras en las personas. Menciona que, en una persona determinada, el factor D puede manifestarse principalmente como narcisismo, psicopatía o uno de los otros rasgos oscuros, o una combinación de estos. No obstante, el mapeo del común denominador de los diversos rasgos de comportamiento destructivo se puede simplemente determinar que la persona tiene un factor D alto. Esto se debe a que el factor D indica la probabilidad de que una persona se involucre en un comportamiento asociado con uno o más rasgos oscuros.


Como algo adicional de esta investigación existe un portal en línea en el cual puedes medir tu “Puntaje D” para saber qué tan malvado eres. Para realizar el cuestionario dale click aquí http://www.darkfactor.org/.

Estos hallazgos podrían conducir a nuevos descubrimientos en la terapia y psicología criminal para ayudar a comprender de una manera más clara las acciones destructivas de los humanos. Por ejemplo, lo vemos en casos de violencia extrema, incumplimiento de normas, mentira y engaño en los sectores corporativo o público. Por lo tanto, el conocimiento sobre el factor D de una persona puede ser una herramienta útil. Es decir, ayudará a evaluar la probabilidad de que la persona vuelva a ofender o cometer un comportamiento más destructivo.

Los científicos siguen investigando si estas podrían haberse desarrollado durante el tiempo en la sociedad o si realmente nuestros genes nos dictan que seamos así por nuestra condición de seres sociales. Los cambios sociales y tecnológicos apoyarían a la primera teoría. Nuestra necesidad de encajar en círculos sociales, de tener aliados, amigos, fortalecer lazos y alcanzar objetivos a corto y largo plazo nos han caracterizado y separado en diferentes núcleos con los cuales nos llegamos a sentir identificados. Pero todo esto podría ser solo el gatillo que dispara a los genes latentes que podrían sacar lo peor de nosotros con tal de sentirnos aceptados.


Como siempre gracias por leerme.

422 views0 comments

Recent Posts

See All

Comments


bottom of page